Pick a side and enjoy the ride

martes, 23 de noviembre de 2010 - Publicado por BabeDeJour en 0:19
Ubiquémonos en el tiempo: el mundo se recupera del desastre y la explosión de creatividad que representó la década de los sesenta; muertos los Kennedy, caída Praga, separados Los Beatles, desaparecido Camelot, y con el olor que queda de la hierba de Woodstock todavía flotando en el aire de Estados Unidos y del mundo.
Tenemos dos opciones para volver a surgir, al igual que las teníamos después de la Segunda Guerra. Está la linda, la rosada: escuchar a Los Carpenters, peinarse como Farrah Fawcett-Majors, cortarse las venas hasta desangrarse con la cursilería de Love Story.
El lado contrario nos cuenta una década distinta: una década de Aerosmith, de Garganta Profunda, de Al Pacino, de resaca de Vietnam, de decadencia entre las calles sucias de la Nueva York de Martin Scorsese.
Entre un lado y otro pasan miles de cosas; pasan Richard Nixon y su Watergate, pasan nuevamente y para que no nos aburramos Federico Fellini y sus circos… y pasa The Rocky Horror Picture Show de Jim Sharman, del musical de Richard O’Brien.
La película es bien absurda: después de una intro cantada por una boca pintada de rojo recordando los grandes clásicos del cine B (“Science Fiction/Double Feature”), una pareja joven va a visitar a su ex-profesor, en el camino se les revienta un caucho y terminan en un castillo donde un mayordomo sombrío los presenta al evento, una convención de Transilvania en la que un gentío de raros con lentes de sol cantan y bailan (“The Time Warp”). El anfitrión es un travesti bisexual que justo hoy muestra al mundo su Frankenstein: un hombre, rubio y musculoso, creado para satisfacer sus caprichos y depravaciones sexuales.
El concepto en sí no tiene más sentido que el de homenajear ese cine de terror de
bajo presupuesto de la vieja era, el de las producciones RKO de Val Lewton (I Walked With a Zombie, The Seventh Victim), agregándole una pizca de sátira moderna, una gota de terror cómico… y mucho de la posibilidad recién encontrada de poder ser descaradamente sexuales en el cine norteamericano. ¿En qué queda la cosa? En un festival rock ‘n roll de kitsch con canciones que uno no se podría sacar de la cabeza ni queriendo.
Yo llego tarde, tardísimo: Rocky Horror es la película de culto por excelencia desde hace más de treinta años, y yo apenas la vengo viendo ahorita. Apuradísima lo digo entonces, antes de que bote la cédula y se me noten los años que me faltan: no hay pieza que desentone en el elenco, desde la virgen que quiere convertirse en femme fatale (una Susan Sarandon jovencísima), pasando por su novio también corrompido (Barry Bostwick, tan joven hasta que lo busqué no supe que era el alcalde de Spin City), la mucama sangrienta (Patricia Quinn), el profesor rival y humanísimo que sospecha todo el plan (Jonathan Adams en un Van Helsing sin vampiro), el experimento que salió mal (Meat Loaf) y el Igor alto y espigado que pareciera haberlo planeado todo (así lo hizo – el papel de Riff Raff fue interpretado por Richard O’Brien, el creador del musical y co-escritor de la película). Pero el hecho es que el show, sin lugar a dudas, se lo roba Tim Curry en el papel del Dr. Frank-N-Furter.
Furter es la mente brillante y personificación del hedonismo que desata toda la locura y horror de la película, corrompiendo a todos hasta llegar al instinto más estomacal: el de entregarse, él y todo el castillo, al más absoluto placer, sin culpa y sin restricciones de ningún tipo. Y Curry logra, de alguna forma, que este personaje caricaturesco e inmoral sea lo suficientemente magnético como para brillar en una película que de por sí encandila en color, sonido e historia.
El hecho es que pasé veintiún años sin ver Rocky Horror por razones que no entiendo, y de pronto, por todo lo anterior y por la descarga de sexualidad cruda e irreverente que sale de cada milímetro de película, ahora no puedo vivir sin ella. Y me parece que no sobra recomendarla a cualquier persona con buen sentido del humor y deseo de un poco de decadencia kitsch en su vida.

Tránsito

martes, 3 de agosto de 2010 - Publicado por BabeDeJour en 16:51

Ver a la gente corriendo de puerta a puerta, sin hacerle el más mínimo caso a nada ni nadie alrededor. Conseguirse a las aeromozas, siempre en grupos de tres o cuatro, hablando despreocupadas con sus uniformes y maletitas. Notar que el pasaporte de quien tienes en frente en la cola de inmigración es de un país rarísimo. Darte cuenta de que en tu rango de oído se están hablando unos tres o cuatro idiomas distintos.

Reírte por dentro con todos los instrumentos que sacan las madres para mantener a sus hijos ocupados: libro de colorear, juguetes varios, Nintendo DS, DVD portátil, laptop (y el asumir que mientras más opciones hayan, o la madre tiene más experiencia viajando, o el vuelo que están esperando es más largo).

Los aeropuertos grandes están llenos de estos detallitos deliciosos. Como para echarse en la silla (incómoda) más cercana a tu puerta de embarque y ver a quiénes te consigues y haciendo qué cosa.

Cuéntoles una de guerrilleros y vaqueros

lunes, 26 de julio de 2010 - Publicado por BabeDeJour en 17:12

No se necesita ser experto en la materia para saber que el plano diplomático venezolano ha ido en decadencia durante los últimos años. La diplomacia es una carrera que requiere de ciertas cualificaciones obvias: entendimiento de la dinámica internacional, conocimiento en derecho de tratados, dominio de al menos alguna lengua extranjera y capacidad de ser elocuente de manera racional y diplomática. Por no agregar una necesidad evidente de formación académica, preferentemente en el área internacional. Cualidades que, sin miedo a caer en la ofensa, el actual canciller de la República, Nicolás Maduro (con experiencia curricular como conductor de metrobús y sindicalista sin educación universitaria) no posee.
Se podría decir, de hecho, que el último representante de la vieja guardia diplomática venezolana, con formación y carrera, es el actual embajador del país en la OEA, Roy Chaderton Matos, con una trayectoria de más de cuarenta años en la que ha sido, entre muchas otras cosas, embajador en México, Colombia, Canadá, Francia, Noruega, en la ONU e incluso canciller de la República. Carrera que fácilmente podría haberse venido abajo con una sola actuación: durante el discurso del jueves 22 de julio de 2010 en la sede de la OEA.
El hecho es que, frente a acusaciones que no tenía cómo refutar aparte de marcarlas como “mentiras” – cosa que hizo, claro, durante los cinco primeros minutos de un discurso que parecía extenderse hasta el infinito y más allá – no quedaba otra que irse por el camino probado y comprobado del gobierno venezolano actual: el de las cortinas de humo. En una disertación extensísima en la que pasó de las lecciones de historia (hablando de los sesenta años de guerrilla colombiana, del IRA irlandés, de la guerra franco-algeriana), a las referencias a clásicos de Hollywood (hablando de High Noon de Gary Cooper para ejemplificar el venezolanismo de “cuéntame una de vaqueros”) y mencionando finalmente a “Paulito”, el sobrenombre que dice se le da en España al octópodo que predijo que la selección ibérica se llevaría la copa FIFA del mundo en el 2010.
Una representación obvia de la famosa elocuencia diplomática de hablar más y decir menos; aunque en esta ocasión el tiro haya salido por la culata, cuando todos los espectadores se quedaron en una pieza mientras más lejos se iba el embajador del punto que estaba siendo tratado.
La cuestión no pareciera tener ningún sentido aparte del de alarmar a la población venezolana: algo tiene que estar terriblemente mal en el país cuando nuestro representante ante la principal organización regional tiene que recurrir a hablar de Paris Hilton y del Pulpo Paul en su discurso de defensa frente acusaciones de apoyo a grupos terroristas.

El que fracasando, triunfa

martes, 13 de julio de 2010 - Publicado por BabeDeJour en 0:31
Él no gana. No gana porque no tiene por qué ganar. No gana porque está por encima de la victoria, porque la mira con el más ligero desprecio, alza las cejas y le tira un cigarro a los pies.
No gana porque estamos en noir, porque él es el noir, y en el noir sólo ganan la noche y los grises.
No gana, señores, porque su fracaso es magnífico. Porque si esa gabardina no hubiera desaparecido en la neblina, nadie se acordaría de Marruecos en la segunda guerra.
Humphrey Bogart es el más noble de los infelices, de los fracasados; la alta alcurnia de la rata callejera que sobrevive cualquier holocausto nuclear, con un cigarro, una sonrisa cínica y pidiéndote una moneda, porque es americano y ha caído en desgracia… o pregúntele usted a Bugs Bunny.
A veces pareciera ganar, eso sí, pero se ve forzado o, al menos, no muy duradero. Ganó a la Hepburn (a ambas de ellas) y a la Bacall la ganaba siempre (sin haberla tenido nunca). Pero mientras, se le voló el gran pájaro, le dio pelea a Bette Davis, y lo volvieron loco el oro y el motín.
Perdió mil veces y fracasó en niveles inimaginables… y por eso, trasciende. Por eso es Bogart, por eso se defiende su honor y su gabardina con una sombra de La Marseillaise cantada a coro por docenas de europeos en exilio en África. Here’s lookin’ at you, kid.

Lo que ve uno en un fin de semana largo

jueves, 8 de julio de 2010 - Publicado por BabeDeJour en 1:11


Quiero decir cuánto me maravilló la Belle de Jour de la Deneuve, cuán deliciosa me pareció la relación entre represión e instinto del personaje y cómo me hizo recordar mis clases acerca del surrealismo en Corrientes Literarias, y a la Nadja de André Bretón. O cómo pensaba, cuando veía alguna de las escenas de fantasía sexual, que era tan freudiana la cosa que daba hasta miedito.

También quiero escribir acerca del encanto férreo y la potencia actoral de Tony Leung en Lust, Caution, y ofrecer como pedazo de trivia que su actuación fue basada parcialmente en una combinación de personajes fílmicos maravillosos y machísimos, como son el de Brando en L'Ultimo Tango a Parigi, el de Bogie en In a Lonely Place y el de Burton en Equus. Por no dejar de lado la precisión divina, divinísima, de la película como un todo, aparte de ser una fase de la Segunda Guerra que uno no ve a menudo en cine - se me ocurre, si acaso, ese debut de Christian Bale en Empire of the Sun. Por otro lado y dejándolo de último por ser lo más sabroso: qué sexy, qué deliciosamente dañina es esa relación entre el personaje de Leung y Wei Tang (estas relaciones que siguen siendo de película aún cuando consuman a la vida real)

Y claro, como siempre, quisiera decir que el genio de Orson Welles es ilimitado, que su presencia en una escena mejora cualquier película y que su Falstaff bonachón en Campanadas a Medianoche es ese viejito bandido que siempre has querido ser cuando tengas esa edad. Aparte de que quisiera dejar bien en claro que Guillermo Cabrera Infante pasaba por un extraño caso de demencia al afirmar que Welles era uno de los peores actores jamás filmados, tsk, tsk (y se los juro que sí lo dijo, sí señor; revísese usted "Orson Welles, un genio demasiado frecuente", ensayo que aparece en Arcadia todas las noches).

Quisiera escribir todas esas cosas y muchas más que ahorita no se me ocurren, pero sucede que soy una enamorada tímida y cuando tengo en frente una hoja en blanco para hablarle de cine, se me enreda la lengua, me pongo roja y pienso que cualquier cosa que diga va a salir mal. Así que sólo díganle a su DVD que yo mando a decir que no pueden pasar otro minuto de su vida sin ver las tres películas maravillosas que vi en casa este fin de semana largo: Belle de Jour de Luis Buñuel, Lust, Caution de Ang Lee y Campanadas a Medianoche de Orson Welles.

Tereza, Tomás y Sabina

lunes, 21 de junio de 2010 - Publicado por BabeDeJour en 22:29


Tereza sospecha

y Tomás niega:

no esta vez, es mentira.

Ella imagina los olores

que se quedan ahí, impregnados…

pero esta vez es mentira.

Sabina escucha, observa

entre sesiones de fotos

cruza las piernas con sorna

bebiendo tinto

maravillada ante la dualidad del médico:

el Lancelot que engaña,

el Don Juan que ama.

Tomás está atrapado

por su amor de casualidades;

Tereza queda herida

por la sombra de los cuerpos…

y Sabina, en su estudio,

disfruta el espectáculo;

una vez se calme la tormenta,

Tomás irá a visitar al bombín

que siempre lo espera al lado de la cama.


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Esto se llama culpa de persona que no postea. Es algo viejo, y lo había publicado en el Tumblr (que está incluso MÁS abandonado), pero me sigue gustando. Inspirado en La Insoportable Levedad del Ser de Milan Kundera, probablemente mi novela preferida. La foto es una imagen de la adaptación fílmica, con Lena Olin en el papel de Sabina.

entre amigos

martes, 23 de marzo de 2010 - Publicado por BabeDeJour en 23:20

háblame

todas las palabras serán:

escuchadas

(sopesadas

procesadas)

y hasta marinadas

Pasa el azúcar

no hay daño

estamos entre amigos

sin duda,

la irreparabilidad es un estado mental

así que nada de preocupaciones,

vas a estar bien

sin vacíos

(no que hayas preguntado

no que eso tenga algún significado)

sin molestias

(no que quepa la posibilidad)

sólo café

al menos café

sin posibilidad alguna de rabia

porque tú entiendes

y yo entiendo

y todos entendemos;

sin simbolismos

sin estupideces

aquí entre amigos

Nada especial. Ya que estás, ¿la servilleta? Gracias.

tipo tranquilo

¿todo bien?

sitio de siempre

quizá con más azúcar

aquí, entre amigos

¿cigarrito?

se me olvidaba que yo no fumo

es que esos larguitos son muy bonitos

y van bien con el café

Pásame otro beso, ¿quieres? Lo tienes ahí mismo, frente a… sí, ese mismo es, ahí está.

claro

por algo estamos entre amigos,

¿no?


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Imagen: "coffee", de aufgaben1. Pásense por DeviantArt, siempre hay algo lindo que ver.

Silencio

lunes, 22 de febrero de 2010 - Publicado por BabeDeJour en 19:21

La serpiente va por el concreto, buscando silencio. Repta, huye del ruido. La gente corre al verla, se histeriza, y sigue gritando – nada que ayude a la búsqueda de paz, definitivamente.

La serpiente de pronto piensa, hey, ya va, ¿las serpientes tenemos orejas? ¿Podemos oír? ¿Influirá esto en aquella pregunta, la del árbol que cae en medio de la selva pero no hay quien atestigüe si hizo o no ruido?

Al no tener una enciclopedia a mano y tradicionalmente tampoco la capacidad de leer, la serpiente decide no serlo más, y se convierte en águila. Sí, las águilas sí tienen orejas, sólo que, como la mayoría de las aves, están escondidas: así no hay nada que suene como un corto circuito al volar contra el viento.

Siendo un águila, pudo escapar del concreto sucio y atiborrado de peatones; subió y subió, aún buscando paz. Ya no se oían las cornetas, las maldiciones de conductores, las alarmas, la música de mal gusto de los locales y de los carros.

Entonces llegó al nivel de los helicópteros, cuyas astas hacían un ruido infernal. ¿Dónde, dónde estaba el silencio? El águila seguía subiendo, desesperada.

Recordaba cuando era serpiente, serpiente salvaje, y se deslizaba por la selva calmada. Sólo las hojas sonaban a su paso, sólo ellas, como si fueran felpudos, de esos que usa la gente para limpiarse los pies antes de entrar a las casas en días de lluvia. Siempre había lluvia de todos los tipos en la selva.

Pero una mañana se despertó y se vio a sí misma en pleno concreto, frente a una vitrina de distintos tipos de cuero. Qué cosa más horrible y traumática: las botas que vendían en conjunto con las carteras no combinaban en lo absoluto.

Claro, y eso de andar comprando pieles era muy cruel, y toda esa cuestión. Pero, venga, antes crueldad que mal gusto, qué pecado.

El águila recordó de pronto que, en realidad, la selva también estaba llena de ruidos: los leones con sus demostraciones innecesarias, los osos con sus bostezos descomunales, y los loros. Esas locas endemoniadas. Siempre chillando y parloteando todo el tiempo, uf.

¿Por qué entonces no se molestaba, a pesar del ruido que había en cada rincón de la selva? Se le ocurrió de pronto: porque el silencio era ella, serpiente; y ahora, águila, podría serlo de nuevo.

Así, mientras un Boeing 737 le pasaba justo al lado, el águila decidió ser silencio y ser paz. Ni siquiera oyó la turbina que le pasó al lado, casi rozándola.

Por combustión espontánea, el águila que ya no era águila prendió en llamas. Las cenizas cayeron nuevamente en el concreto, y un momento después había ahí un pequeño pajarito, torpe, rojo.

El águila que evoluciona se convierte en fénix, para morir y renacer.

Bob entreabrió los ojos, rascándose la cabeza: otra vez se había despertado en una acera, y de nuevo no tenía idea de cómo había llegado ahí, ni dónde estaba. Moviendo los dedos, notó que entre los de su mano izquierda había una botella, probablemente de vino barato.

Suspiró. No era nada fácil ser un esquizofrénico alcohólico en la Nueva York de hoy en día.


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No sé de dónde salió, y fue escrito hace un par de meses. Entre las clases y la furia que le ha dado a todo el mundo por tumblr se me ha ido un poco la mano y dejé el blog botado; veré qué posteo de vez en cuando. La imagen, de DeviantArt, "Snake" de *eugenebuzuk.